jueves, 21 de diciembre de 2023

Hey yo!

Y aquí estoy, casi 10 años después de mis últimas letras oficiales, dando un grito en el desierto; calentando en la banda porque me toca salir a jugar; poniendo un poco de aceite en este motor castigado por el desuso… retomo un poco donde lo dejé, quizás porque me gusta, quizás porque creo que así me sale mejor: enumerando conceptos e intentando hacer parecer complejo lo simple (¿o acaso es al revés?). La cuestión es que estoy aquí y lo estoy porque alguien me necesita: Yo. Un yo lejano, uno que no sabe cómo será en su futuro, en mi presente, pero que se sueña e imagina muchísimo mejor de lo que yo me he dedicado a verme en los últimos tiempos. Al escribir este conjunto de palabras siento como el óxido frena mis dedos en el teclado, soy capaz de sentir su olor. Noto cómo mis ideas se atrancan y se tropiezan entre sí para dificultar involuntariamente que el mensaje sea transmitido con claridad a mis 10 infrautilizados apéndices digitales porque, de hecho, a lo sumo uso 6… 7 en el mejor de los casos. Y sigo sin ser preciso pero, ¿qué más da? Estoy gritando en el desierto, es mi deseo; si pasa algún beduino cerca casualmente intentaré no avergonzarme demasiado y seguir gritando, porque creo que es bueno para mí, porque lo echaba de menos, porque hacerlo me devuelve a lugares agradables en los que un día descansé y fui feliz. Y porque creo que me lo debo, y se lo debo a él, a mi niño; a ese al que tengo ahora la oportunidad de amar como se merece. La ocasión de explicarle cariñosamente cómo funcionan ciertas cosas en esta vida, o al menos, como pienso que deberían funcionar; sería demasiado pretencioso lo primero.

Y por ahora basta. Ya he sacudido algo del óxido de mis dedos, he ordenado algunas ideas en mi cerebro para que no tiendan a colisionar mucho entre ellas y me he limitado a soltar un tímido grito para no desgastar demasiado las cuerdas vocales (y no atraer la atención de beduinos). Espero que éste pueda convertirse en el conducto por el que poder comunicarme conmigo mismo antes (o durante) de sepultarme bajo la losa de la expectativa ajena. El primer paso está dado, y me siento orgulloso de mí mismo, tal como mi niño imaginó cuando se imaginó siendo yo…